jueves, 21 de agosto de 2008

Itinerarios

No falla: lo primero que uno hace cuando llega a esta ciudad es pasear por la Quinta Avenida. Algo así como darse una vuelta por las Ramblas de Barcelona o por la Gran Vía de Madrid, salvando las distancias (y no sólo va un océano). Cuando me preguntan qué recomiendo visitar, empiezo por lo último que yo haría, que, al igual que todo el mundo, fue lo primero que hice: la Quinta Avenida, Times Square, Rockefeller Center, etc. Aconsejo empezar por el sur de Manhattan, que es donde se fundó la ciudad. Luego recomiendo darse un paseo por lo que queda de Little Italy, lo mucho que tiene por delante Chinatown, Canal Street, Soho, Nolita... Es decir, los antiguos "Five Points", el lugar donde se larvó el crimen y la delincuencia, los salones de juego y baile, la bebida, las mujeres y las peleas. Qué vicio.

El Village es probablemente la parte más hermosa de la ciudad, por sus restaurantes, casitas residenciales, pequeños teatros, actores, artistas y bohemios que protestan contra las injusticias del mundo pagando más de 2 000 dólares de alquiler. También hay muchas librerías de viejo y el fin de semana algunas de sus calles están ocupadas por mercadillos ambulantes. En el este del Village hay muchos bares donde se cocina la mejor música rock del momento. Siempre fue así: desde los ´60, cuando un desconocido Bob Dylan hacía sus apariciones en el Café Wha?, hasta la música indie de la actualidad. Muchos sospecharán razonablemente que habrá muchos gafapastas y artistas plásticos ocupando esos bares y calles. Y así es. Pero que nadie se asuste: el Village no es el barrio de Gracia de Barcelona. Aquí todavía guardan el respeto por las normas más elementales de convivencia. Al fin y al cabo, fue uno de los primeros lugares donde llegó la civilización democrática. Ah, y no olvidar el meatpacking district: fabuloso el imaginario de un matadero con modelos paseando alrededor.

Chelsea es mi barrio y podría hablar con demasiados prejuicios. Simplemente recordar que en el número 347 de la calle 19 vivió este bloguero. Y que en la esquina de esa calle con la Octava Avenida habita un señor en el Starbucks. Desde que empieza la tarde hasta que cierra el local, ese señor se mantiene casi inmóvil, con el mismo vaso y sentado en la misma silla. De vez en cuando se levanta, sale fuera, coge aire y otra vez para adentro. Y en la misma silla. No hace nada más que contemplar la calle. No me pregunten más: tampoco habla. Presumo que ese señor tiene una homosexualidad reprimida. No se trata de intuiciones freudianas (Dios me libre). La presunción se basa en la única contemplación posible desde ese Starbucks: parejas de gais paseando perros minúsculos.

No pretendo hacerle la competencia a la Lonely Planet, así que el viaje acabará aquí. Simplemente unas pequeñas pinceladas más: en Williamsburg (parada Bedford Av.) todavía sobrevive una pequeña comuna de jipis, con perroflautas y algunos gafapastas alternativillos. Vale la pena acercarse como quien visita un zoológico: son muy entrañables, predomina el buen rollito y no muerden. Por supuesto, pecan del mismo vicio que todos los de su especie: se creen superiores porque visten de lo más hortera, leen libros de Bukowski y no de Paulo Coelho y en lugar de perforarse el oído con música house lo hacen con la electrónica y los berridos de cualquier otro grupo de indie-rock que sabe gritar más fuerte que su vecino. Son artistas modernos. No intenten entenderlos. Por eso siempre me llevo bien con ellos.

Ahora vayan a descansar a Central Park, devoren un perrito caliente mientras contemplan un partido de béisbol en una de las canchas del parque. Ya son auténticamente neoyorquinos. Y descuiden todo lo demás.

1 comentario:

Camila dijo...

He tenido la posibilidad de estar en Nueva York hace unos años y quede maravillada con la ciudad. La verdad me encantaría tener la posibilidad de volver a dicha ciudad Estadounidense, y por eso estaba averiguando para conseguir vuelos baratos. Ojala consiga, asi viajo de forma económica