lunes, 28 de julio de 2008

La capital del trabajo

Alvin nos invitó a N. y a mí a su casa. Alvin vive con su familia en El Bronx, justo pasado el puente de Broadway, al norte de Manhattan. Llegaron de la República Dominicana hace seis años o así. No sé de qué situación escapaban, pero encontraron el Nueva York que todo el mundo encuentra cuando se quiere instalar en esta ciudad: el Nueva York del trabajo. Sin duda, es una de los lugares donde hay más obsesión por trabajar. A pesar del pinchazo sufrido por la crisis, la ciudad sigue creciendo, y continúa viva en la vorágine de las finanzas. Ya se puede hundir la tierra, que las oficinas seguirán abiertas al público.

Alvin siempre me cuenta que aquí la vida sólo es trabajar. Estudia Ingeniería Civil en el City College y trabaja en un locutorio. En verano, cuando llegan las vacaciones, es cuando disfruta de más tiempo libre. Pero cuando llega el Labor Day (primer lunes de septiembre), se acabó todo, me dice apesadumbrado. Los norteamericanos tienen ciertas fechas que marcan los puntos de inflexión de la vida social y económica. En el Memorial Day (último lunes de mayo), se rinde una conmemoración a todas aquellas personas que dieron la vida por la patria. Para los estudiantes, es el comienzo de las vacaciones. Para el país entero, el arranque del verano. El Labor Day señala el fin de la época estival. Vuelven las clases y comienza la melancolía otoñal. El 4 de julio y el Día de Acción de Gracias son las otras dos fiestas federales del calendario económico. Aun así, la gente no deja de trabajar. Alvin me cuenta que el Día de Acción de Gracias es el único día donde se respeta la fiesta. Tal vez sea lo más parecido a nuestro día del trabajador . Eso sí, a las 3 de la madrugada del día siguiente, todas las tiendas abren al público. Comienzan las rebajas. Alvin dice que eso es una locura.

Alvin dice que aquí sólo se vive para trabajar. Y yo le creo. Él siempre está trabajando. Todo el mundo está trabajando. Hasta yo mismo trabajo algo. Pero esto último es un secreto. Las autoridades piensan que estoy de vacaciones. Y yo también lo pienso, porque no pego ni golpe. Para los turistas, Nueva York es una ciudad de película. Pero la vida aquí es diferente. Antonio Muñoz Molina me decía que Nueva York ya no es la ciudad de nuestro tiempo. Se está haciendo una ciudad muy difícil para vivir, como París. Se está haciendo cada vez más cara. Especialmente los alquileres de pisos. Shangai es la ciudad del mañana, me dice. Supongo que para saber lo que es realmente Nueva York, hay que vivirla. Y vivirla no significa ir a los musicales de Broadway, coger el ferry para visitar Staten Island o pasearse a cualquier hora del día por El Bronx. O al menos no sólo eso. Vivirla significa trabajar. Pero eso, digo yo, pasa con cualquier otra ciudad. Antonio Muñoz Molina tampoco pega ni golpe. Como yo.

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