sábado, 28 de junio de 2008

Arte y artes


New York City Waterfalls. Inauguradas el pasado jueves 26 de junio.

Quería sugerir que este espacio es importante, como lo es el que hay entre dos edificios, porque es lo que define la calle y también el espacio público. En Europa ha habido cierta tendencia a recuperar los frentes marinos o fluviales, pero en Nueva York hay un pragmatismo muy diferente sobre el espacio público, que en general se considera un entorno comercializable o privado. Con estas cascadas quería plantear la cuestión sobre el espacio público y su necesidad. (...) Es por eso por lo que las cascadas tienen sentido para mí, porque te hacen más explícito y accesible el espacio [público], lo puedes incorporar a tu vida, a tu cuerpo. En resumen, lo hacen más democrático.
No obstante, el actual regreso a la mímesis, al naturalismo, a la copia mecánica de “lo real” (entendido como “lo que todo el mundo sabe” y “la representación de la opinión pública”) se produce ya fuera del Arte, en el escenario de un espectáculo llamado cultural (aunque es tan sólo económico) en donde las artes pueden producir objetos mucho más divertidos, entretenidos e interesantes, y competir de nuevo con los espectáculos superiores: el cine, el móvil, Internet, la televisión, el deporte, el sexo, la política. No hay en ello una pérdida, sino un cambio de inversiones en busca de rendimientos.

Ninguna melancolía debe atarnos al pasado de las artes reunidas desde el renacimiento en aquella unidad metafísica llamada Arte. La melancolía nos impediría observar que el actual espectáculo, la dispersión de las artes en su espectro clásico y gremial (los oficios, las técnicas), es también el regreso de una producción que se corresponde con una clientela masiva antes inexistente. Si conservamos un cierto respeto hacia lo que durante casi tres siglos fue el Arte no podemos ahora dejar de mirar, aunque sea sólo por honradez, su espectacular descendencia. Los millones de productos que cada día se lanzan al mercado “artístico” buscando clientela es abrumador y un motivo constante de estudio, reflexión e incluso placer. Es probable que The
Soprano’s haya ocupado el lugar que algún día correspondió a Goldoni, pero eso no debe llevarnos al sarcasmo, sino a un más intenso esfuerzo por comprender lo que se oculta bajo la expresión: "democracia de masas"
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