jueves, 19 de junio de 2008

El mayo neoyorquino

Aquí también tuvieron su mayo del '68, aunque con menos épica y sin las librerías haciendo su agosto. En abril de ese año, la prestigiosa Universidad de Columbia, situada en Harlem y Upper West Side (el campus principal comprende unos seis bloques), decidió construir un gimnasio con dos entradas: una para los estudiantes blancos, y otra, una trasera, para los negros, ya fueran estudiantes o del barrio. Se lió la de Dios. El 23 de abril unos estudiantes saltaron la verja del gimnasio que estaba en construcción, ocuparon varios edificios, entre ellos el Hamilton Hall y la Low Memorial Library (una biblioteca enorme construida en 1895, y que sirvió como tal hasta 1934, cuando se construyó la que ahora es una de las bibliotecas principales, la Butler Library). Así se pasaron una semana: protestando, ligando, fumando y, por medio, realizaban algún que otro debate.

Una semana después, unos 1 000 policías entraron en los edificios ocupados repartiendo estopa y detuvieron unos 700 estudiantes. Según la exposición que se puede ver todavía en la Butler Library, la represión policial fue brutal. Aparecen fotos con estudiantes tirados en el césped y con la cara ensangrentada y a policías con la porra en la mano corriendo detrás de algunos de los rebeldes. Muchos estudiantes, vecinos y ciudadanos indignados escribieron cartas en señal de protesta al entonces rector de la Columbia, Grayson Kirk, que había ordenado el desalojo. Otros también, pero aplaudiendo el gesto (me encanta esta expresión, "el gesto". La utilizan mucho los periódicos españoles, ya sea para referirse al saludo de una eminencia, una inversión empresarial o una invasión militar). En la exposición se reproducen varias de las cartas originales, mecanografiadas y amarillentas por el tiempo. Una de ellas, que luce muy hermosa, llega a comparar la intervención de los grises neoyorquinos con la Alemania nazi...

El periódico de la universidad, el Columbia Daily Spectator, le dedica un monográfico amable, medio nostálgico medio crítico, a la efeméride. Sin embargo, la Columbia Journalism Review, la estupenda publicación de la Escuela de Periodismo de la universidad, ha pasado por alto la conmemoración (anda ocupada últimamente en asuntos más serios). Bien hecho. Uno de los temas más interesantes del monográfico del CDS es el que habla de las relaciones entre la Columbia y el vecindario. En la exposición recuerdo una fotos con vecinos protestando no por la revuelta, ni por el gimnasio, ni siquiera por la segragación racial... ¡sino contra la misma Columbia! Hay una foto muy divertida con un niño sujetando un cartel que reza: "Columbia, get the hell out and stay out!" (traducción libre: "¡Columbia, lárgate de una puta vez!").

Ahora la universidad neoyorquina está llevando a cabo un proyecto de expansión por la zona, el Manhatanville Project, lo que va a comportar el derribo de muchos edificios, algunos históricos, para consternación de los más conservacionistas. Los argumentos en contra vienen a ser los mismos de siempre, en todas partes, en cualquier época: esos planes amenazan la identidad del barrio. De hecho, por lo que leo en algunas partes, la Columbia siempre ha sido una amenaza a la identidad de los vecinos. Sí, la identidad... nuestro fetiche contemporáneo. Una gilipollez. Como si nunca hubieran construido allí nada. La identidad histórica, dicen. Y llega la Columbia y les mancilla su historia. Qué cabrones. Sobre todo la dignidad, que eso no falte. Podemos estar famélicos, faltos de servicios, con desempleo, etc. Pero es nuestra identidad. Y nuestra dignidad por encima de todo.

Y volviendo al mayo del 68 neoyorquino. Me alegra que la celebración se haya quedado en una reunión entre unos cuentos ex estudiantes nostálgicos. Es signo de que aquí no se mira tanto al pasado como un recuerdo de lo grande que fuimos. A diferencia de otros lados. Y nada más. Eso fue mayo del 68, aquí y en todas partes: un caminito que el tiempo ha borrado. Y esta ciudad, la ciudad del tiempo, como la bautizó Camba, le ha rendido el único homenaje posible. Esto es, ninguno.

1 comentario:

V the Wanderer dijo...

Doy gracias al Demiurgo porque nadie, por aquel entonces, decidiese defender la identidad de nuestras cuevas...