jueves, 26 de junio de 2008

Don't Ask the Locals

No conozco bien la gestión de Bloomberg, pero creo que no me equivoco si digo que la campaña turística "Just ask the locals" ha sido la más innecesaria de todas. No sé el presupuesto que el Ayuntamiento se habrá dejado en empapelar paradas de metro y de autobús con esa leyenda. Se lo podría haber ahorrado. Aquí no es necesario preguntar a los autóctonos, son ellos los que siempre se interesan por los foráneos. Nueva York es una ciudad grande, cosmopolita, mestiza y bla bla bla. Pero tiene un aire pueblerino encantador. A veces a uno le dan ganas de decir "buenos días" cuando sube al metro. No sé de dónde sacan algunos que en esta ciudad nadie se mira a los ojos, ni se toca y todo el mundo va a la suya. No seré yo quien niegue que ese es un juicio justificable cuando uno se pierde por el trajín de la Gran Manzana (perdón por la reminiscencia de Sabina). Pero hagan la siguiente prueba: cuando entren al metro, párense un momento a mirar el plano de las líneas. De inmediato alguien les asaltará con la pregunta "¿a dónde se dirige?". Y ese puede ser el comienzo de una amigable conversación. O párense en un cruce, y empiecen a mirar desorientados las diferentes calles. No faltará quien le pregunte: "¿qué calle busca? ¿puedo ayudarle?".

No sé a ustedes, pero a mí me encanta esa diligencia y familiaridad con la que los habitantes de esta ciudad reciben a los extranjeros. Esa felicidad siempre renovada impide presagiar cualquier desencuentro o escenario indeseable. A veces puede resultar un poco impostada, sobre todo cuando las cajeras del supermercado le agasajan a uno con su "how you doin'" o "how was your day". Yo de Bloomberg hubiera invertido ese dinero en asear un poco las estaciones de metro o en abrir un Nathan's (los mejores hot dog de la ciudad) al lado de mi casa. O al menos haber cambiado la tan poco afortunada frase, que parece más dirigirse a una ciudad hosca como Barcelona que no a una abierta como Nueva York. Y pido disculpas a los neoyorquinos por el símil.

4 comentarios:

José María Albert de Paco dijo...

Gran post, Javier, estás en racha. Ahí, en ese ir levantándole la falda a la ciudad, en ese ir deshaciendo mitos, tienes un estupendo filón.
¿Hosca? ¿Tanto como hosca? Un Lloret con ínfulas, sin más.
Abrazos,
José María

José María Albert de Paco dijo...

Levantándole la falda a la ciudad. Ya ves: Todos somos Sabina.

Anónimo dijo...

Es bueno pensar que aún quedan lugares humanos en esta humanidad... Quizá sólo hayas tenido suerte (encontrándote con lo mejorcito de la ciudad). Me alegro mucho por ti y por todos aquellos que se topen con una ciudad como New York y no con una deshumanizada Madrid, con madrileños estupendos pero con foráneos que vinieron a triunfar y tienen el ego y la estupidez subiditas... Disfruta, catalán

veruka dijo...

totalmente de acuerdo, fui dos veces y leyendo tu post era tal cual me paso!
abri la guia de ny en el subte y alguien se me acercó y me preguntó si necesitaba ayuda y desues estaba parada en una esquina con un mapa abierto y alguien me ayudo tambien!!
i love NY!!!!