sábado, 7 de junio de 2008

Sábado en Union Square

Hoy Arcadi Espada ha publicado el artículo que me hubiera gustado escribir. Qué cabrón. Con ese artículo y todos los links que lo acompañan se podría echar abajo todos los planes de estudios elaborados por y para las disciplinas de las ciencias sociales. Es más: se podría cuestionar la razón de ser de éstas. Al menos, tal y como se plantearon en el siglo XX. Una de las primeras lecciones que uno aprende cuando empieza a estudiar sociología es el "constructivismo social". Los alumnos la aprenden bien y rápido: "esto es una construcción social". Así empiezan todos los trabajillos que van realizando durante la carrera. Y así acaban. No dicen nada más. La construcción social de la realidad, escrita por Berger y Luckmann en 1966, es el evangelio que les inspira. Nadie lo lee, porque es un libro pesado y que exige algo más que fe. Por eso se quedan más que satisfechos con la Invitación a la sociología de Berger. Dice más o menos lo mismo que el primero pero explicado a los niños. Es muy mona cuando uno empieza la carrera; uno acaba por creer (sí, por creer) que ahí se encuentra la respuesta a todas las preguntas.

La profesora Ángeles Lizón abrió un poco la caja de pandora para que entrara aire, y nos habló de un tal Mario Bunge, Bricmont y Sokal o Steven Pinker. Y su frase lapidaria, que ningún alumno lograba entender (entre los que me cuento), siempre la tendré guardada en la memoria: "O la sociología se abre a las nuevas corrientes de la psicología evolutiva, la biología y la genética y el resto de las llamadas ciencias fuertes, o ya podemos ir cerrando nuestras facultades porque todo esto no es más que pura charlatanería". La pobre Lizón predicaba en un desierto intelectual. Ni siquiera pudo acabar el curso por su mal estado de salud. Pobre. Si la hubiéramos escuchado a tiempo nos hubiéramos ahorrado leer y decir muchas tonterías. Pero su mala salud la apartó de la docencia. No sé si habrá vuelto a dar clases. Pero tal y como sigue la cosa da lo mismo que haya vuelto.

Hoy en Nueva York ha hecho un calor despiadado. El termómetro indicaba unos 34ºC, con una humedad que hacía el ambiente irrespirable. En Union Square Park me he quedado con ganas de echar una partida de ajedrez con esos tipos autóctonos que pasan las tardes sin más pasatiempo que ese. Creo que una tarde volveré y jugaré con ellos. Me ha parecido ver que hacen apuestas. Así que, por si acaso, me presentaré con el bolsillo lleno. Con la habilidad con la que juegan, seguramente me desplumarán hasta las zapatillas. Me da igual: pasar una tarde con ellos debe de ser una experiencia fabulosa.

Post Scriptum: no sólo es el fracaso del liberalismo en Latinoamérica; es, simplemente, el fracaso de Latinoamérica. Gracias Happel.

2 comentarios:

Verónica dijo...

Recuerdo a Pilar Gasca de la UCM.

Siempre había tenido ganas de estudiar algo de Sociología. El primer día que llegué a clase la profesora me parecía tan salada y bonachona que me daban ganas de echarme a dormir en sus brazos.

Pero hacía muchos años que sabía bien que lo que cantaba Jeanette era una inmensa y aburrida patraña. Y también, que a una gran parte de la sociedad le encanta decirse responsable de todo. Luego vi que porque es la mejor manera de no responsabilizarse de nada.

Dejé la asignatura primero y la carrera después. Para otro ratito.

Anónimo dijo...

Yo la estoy acabando, y no he aprendido más que tú. Periodismo es una típica carrera de humanidades, cuando debiera plantearse como una escuela de oficios.

En Bucarest también había mucha afición a la práctica callejera del ajedrez. Jubilados, en verano, sobre mesas de madera con tableros pintados y una sorprendente multitud de curiosos.