lunes, 9 de junio de 2008

Central Park

En 1844 dos señores llamados William Cullen Bryant y Andrew Jackson Downing, editor del Evening Post (ahora New York Post) el primero, y arquitecto el segundo, empezaron a publicitar la necesidad de un gran parque en la ciudad. Inspirados en el Bois de Boulogne de París y el Hyde Park de Londres, pensaron que una ciudad como Nueva York, que se ensanchaba cada vez más, necesitaba para su grandeza un parque a la medida que diera oxígeno a sus habitantes. En 1853 el Estado de Nueva York dio luz verde a la creación de un parque que se extendería de la calle 59 a la 106, en un cuadrado de 2,8 Km. Presupuesto inicial: cinco millones dólares.
Los arquitectos Frederick Law Olmsted y Calvert Vaux serían los encargados del proyecto. El parque acabó de construirse en 1873, y acabó comprendiendo un cuadrado de 3,41 Km (un rectángulo de 4,1 km por 830 metros), de la calle 59 a la 110, entre la Octava y Quinta Avenida. El mejor lugar para apreciar la magnitud de ese coloso es el Rockefeller Center, uno de los rascacielos más grandes de la ciudad. N. sacó varias fotos desde la azotea.





Sin Central Park y sus enormes rascacielos, Nueva York sería una de las ciudades más horribles del mundo. La racionalidad de esos edificios y de ese inmenso parque ha sido cuestionada varias veces. Me parece absurdo. No los rascacielos y Central Park, que son brillantes. Sino el preguntarse por su racionalidad. Podríamos así ir más lejos, y preguntarnos también por la necesidad de una ciudad de diez millones de habitantes. O también por qué una ciudad como Nueva York tiene más letreros en español que Barcelona, cuando los hispanohablantes constituyen una minoría (en Nueva York, claro, no en Barcelona). Pero de esto último ya hablaremos otro día.
No hay porqués que valgan para cuestionar la razón de esas grandes edificaciones. Es así porque sí. Y punto. Nadie llega y se pregunta "¿y esto, por qué?". Josep Pla se atrevió a lanzar la pregunta más pertinente de todas: "I això, qui ho paga?". La más pertinente de todas, en efecto, porque ese dinero puede salir del bolsillo de los contribuyentes, como en el caso de Central Park, o de algún hombre de negocios adinerado, como el del Rockefeller Center. Això qui ho paga, se preguntó Pla. Sí, això qui ho paga...





1 comentario:

V the Wanderer dijo...

"Això qui ho paga" es una de las mejores frases que me han llegado nunca sobre NYC. ¡Me alegra leerla por aquí!
Disfruto mucho con los artículos, sigue así.
¿Mi libro? Sometido a una ardua revisión (una historia, en concreto, está exigiéndome sin descanso), y en proceso de cerrar el último relato.
Te he linkado en mi blog (http://antivida.wordpress.com