jueves, 5 de junio de 2008

How about you

"El mejor mes para las epifanías neoyorquinas es sin duda junio. Hay una vieja canción maravillosa, How about you, que habla de eso. Hay que vivir en Nueva York el final de la primavera, cuando se olvida la nieve, se guardan los abrigos donde quepan (ésa es tal vez la operación más complicada, porque el espacio no abunda) y los neoyorquinos recuperan la calle y la brisa con aroma de mar, de alquitrán, de monóxido de carbono y de savia nueva: una combinación embriagante. Es un estallido suave, una invitación a vivir".

Esto me lo encontré ayer en Historias de Nueva York, un libro fabuloso del grande, ¡grandísimo!, Enric González. Enric González escribe diarimente en El País. Fue corresponsal de ese diario en Nueva York entre el 2000 y el 2005. Es también una de las pocas razones y personas razonables por las que vale la pena seguir leyendo ese diario. Desde que censuraron a Savater, no he vuelto a comprar El País sin una justificación. Antes lo hacía porque sí. Ahora porque escribe Enric González, o Savater, o Félix de Azúa, o José Luis Barbería y unos pocos más que me dejo en el tintero. Pero necesito justificármelo. No lo puedo evitar. Lo de Savater me pareció imperdonable.

Pero no quiero seguir hablando ahora de mi país. Retomando el texto de Enric González, es cierto que uno vive su epifanía, su revelación personal neoyorquina, cuando llega junio. En Semana Santa estuve aquí, y la ciudad me pareció horrible. Qué coño horrible: hostil. El tiempo era cada día una amenaza que se consumaba al salir a la calle. Para alguien criado en las bondades del clima mediterráneo, el de Nueva York le puede parecer una traición: cuando sale el sol, hace un frío despiadado. Amén de soplar un viento todavía más impío. En cambio, cuando el día se nubla, la temperatura es más agradable, y resulta el mejor momento para estar fuera. Eso es la primavera neoyorquina.

Sin embargo, al llegar junio, todo cambia. Tuve mi revelación personal el lunes, mi primer día en El Diario. Salí a la calle en busca de uno de esos bidones de café que sirven en el Starbucks que está en la esquina de mi calle con la octava avenida. Desde allí caminé dirección sur toda la avenida, que desemboca en Hudson Street, hasta llegar al número 345. El paseo es extraordinario, una invitación a vivir, como dice Enric González. En el tránsito del barrio de Chelsea a West Greenwich Village, donde se encuentra El Diario, uno experimenta ese sentimiento oceánico del que hablaba Freud. No es mi intención ponerme místico, ni tampoco romántico. Simplemente constatar esa sensación que uno experimienta al hacer ese trayecto a pie a las 11 de la mañana, un día soleado de principios de junio. Nueva York es la ciudad del ruido y la furia. Basta con plantarse a cualquier hora del día en la calle 34 con la quinta avenida, pararse a observar y escuchar, y sentir el vértigo de una ciudad que te devora por su hiperactividad y estruendo.

No obstante, en el trayecto que hice esa misma mañana, observé una ciudad sosegada y tranquila; una ciudad que es negada a muchos de sus habitantes en un día como ese y a una hora como esa. Fue allí cuando entendí por qué Enric González escribió: "En ese momento decidí quedarme a vivir en Nueva York, para siempre, pasara lo que pasara".

(Enric González regresó después de cinco años. Ha vuelto más veces - bueno, al menos una, que yo sepa - a la Gran Manzana. Por lo que no se quedó para siempre. Así que no os preocupéis. Para alegría de unos e indiferencia de otros, pienso volver. Al menos algo así dice algo tan prosaico y realista como mi visado: no hay nada más racional que la burocracia para hacerle a uno volver de misticismos y demás sentimientos religiosos).


Post Scriptum: Por una izquierda darwinista.

1 comentario:

V the Wanderer dijo...

Señor! Qué envidia cada uno de tus posts... Y qué ganas de volver a NYC... Definitivamente, el año que viene me sumerjo en todas las becas y ayudas que encuentre para lanzarme a una aventura más profunda...

Te informo, por otra parte, de que ya he inaugurado blog, después de meses y meses en proyecto. Es algo más sencillo de lo que pensamos en un principio, pero más resultón. Ahí irán nuestros videos, podcasts, artículos... De momento Cosi se sube al carro, y la cosa irá creciendo :)

El susodicho:
http://antivida.wordpress.com