viernes, 27 de junio de 2008

¡Por el derecho a la diversidad, defendamos la Slice!

Hoy tocaría escribir sobre el tema de portada que trae el New York Times y la edición digital de los diarios europeos: el Supremo de Estados Unidos ha ratificado el derecho individual a llevar armas. Este tipo de noticias me encanta: hincha el ego de los europeos, y les reafirma en su creencia de que estos yanquis son unos bárbaros. Y lo son, qué duda cabe. Ir por ahí con armas en pleno siglo XIX... ¡habrase visto! Sin embargo, yo, como la vicepresidenta de mi país, también soy un defensor de la diversidad cultural, y si hay que respetar el hábito cultural de las mujeres islámicas a llevar velo, también tocará respetar, digo yo, el derecho de los americanos a portar armas. Al menos estos últimos lo someten a la deliberación humana de los jueces, la máxima institución democrática, y no a leyes de presunta inspiración divina. No sé, digo yo.

Pero el tema sobre el que quería hablar hoy, puestos a seguir por la senda - la pendiente, que diría Pericay - de la riqueza cultural, es una costumbre neoyorquina a la que no puedo por más que rendir pleitesía: la slice, ese porción de pizza que por dos dólares uno puede adquirir en cualquier calle de la ciudad. Por defender esta costumbre, yo también empuñaría un arma. Es más, estoy segurísimo de que detrás de todas las motivaciones que han llevado al tribunal estadounidense a refrendar ese derecho constitucional, está el temor a perder un hábito tan neoyorquino como el de comerse una slice por la calle. Hay tanto miedo por esa uniformización cultural (¿de dónde vendrá, por cierto? Porque con tanta diversidad ya me he perdido), que los americanos se han visto obligados a tomar cartas en el asunto. Y están en su derecho, faltaría más. Y en este sentido - el de la slice, claro - yo soy el más multiculturalista de todos. O más.

Así que un hurra por la diversidad cultural, los velos, las armas y, por supuesto, la slice. Por cierto, desde que llevaron la redacción a Brooklyn, no paro de rendir homenajes. Hay una pizzeria al lado del edificio y para interés de cinéfilos y grastónomos, por allá cerca, un John Travolta en el papel de Tony Manero se tomó su doble ración de slice al comienzo de Saturday Night Fever. Aquí está el vídeo. ¿Quién me va a negar a mí el derecho a llevar un arma para defender esto?








Post Scriptum. Aquí podéis leer un completo reportaje sobre la slice. Delicioso.

1 comentario:

Martínez dijo...

Lo de la slice, por fortuna, se generaliza. En ciudad a mi juicio tan parecida a NY como Madrid unos sicilianos ya han sacado a la calle las ricas pizzas que sirven a mesa puesta en el Pizzaiolo de la calle Hortaleza. También en Valencia hay un par de atinados emprendedores que van por esa pendiente.
¿La pizza de Manero es antes o después de esas escenas verdoso-abisales en el Verrazano? Habrá que volver a verla... Saludos.